remo hasta alcanzar
la orilla misteriosa.
Alzo mis pies en tierra,
mi barca me abandona,
se sumerge bajo el mar,
la voz de Poe me ayudara a navegar.
En esta isla me encuentro,
perdido en mí intento de llegar a ti,
quedé a mitad del camino
pero no quiero partir.
recítame tus poesías,
nárrame tus relatos,
introdúceme en tu misterio
cerca de tu corazón delator ardiendo.
Esa ternura que tu doncella Annabel Lee,
recibió de tus besos Junto al mar turquí,
esa fuerza espiritual,
que ni los ángeles del cielo ni los demonios del mar,
no pudieron separar tu alma ni la de Annabel Lee.
En el mismo lugar donde me hallo
aquí, en la orilla de tu mar turquí,
esperando a Berenice, que resucite para ti,
para que te regale su aliento
que busco yo para mí.
Ese susurro de tu voz me hará sentir feliz,
como la felicidad de Morella,
viajando junto a ti, con el fruto de una hija,
murieron las dos junto a ti,
enterrándolas junto al mar turquí.
Donde yo aguardo perdido
si no diviso pronto al gato negro,
para que sus ojos me guíen a la carta robada
y, recogeré el manuscrito hallado en una botella,
que hallaré a la orilla del mar turquí.
Un mensaje encontrare en la casa de Usher,
Las aventuras de Arthur Gordon Pym,
que yo, busco junto al mar Turquí.
En tu manuscrito, me informo
sobre el caso del señor Valdemar,
lo leo, lo analizo y me impresiono,
sobre toda la magia plasmada
dentro de tus escritos silenciosos.
Me dirijo al sótano, me asombro,
al observar un pozo y un péndulo,
dentro del profundo pozo
miro con unos anteojos,
y hallo en lo más profundo
un escarabajo de oro.
por beber del tonel de amontillado,
que encontré emparedado.
No quiero marchar, no te quiero olvidar,
tan solo, quiero, sumergirme en tu retrato oval,
y reencarnarme en él, mientras, esperare
a que el cuervo llame a mi puerta
y marcharme con él, y buscarte en la oscuridad
que en la caja oblonga encontrare
allá, en la oscuridad del cielo,
negrura que destapa tu corazón,
lágrimas de pena ocultan mi compasión.
Miradas sepultadas se sumergen en dolor,
lágrimas derramadas forman nuestra unión,
que secaré a la orilla del mar,
y las sepultare con tu entierro prematuro
para encontrar mi salvación.
En el mar, donde yo me hospedo
Junto a la tumba de tu Annabel Lee,
la princesa alma que llora por ti,
a la orilla del mar turquí.
salpicando gotas de alcohol,
el veneno que arrebato tu vida,
ese licor maldito que quemó tu garganta divina.
Rasgando tus venas de sangre poética
y de alma en pena, allá tirado en una taberna,
Baltimore, te despedía en una noche fría,
a las tres de la madrugada, del 7 de octubre,
aquel maldito y odioso día.
Te abandonó en 1849 con todas tus obras
que en nuestra era disfrutamos,
y nos sumergimos en la nube que sopló,
un viento que heló, a tu hermosa Annabel Lee.
La luna, al brillar, me invita a soñar,
A introducirme en tu alma, ¡oh, sí!
Yo, velaré por ti, como tú hiciste con Annabel Lee;
En el sepulcro junto al mar turquí.
El mar que ruge por ella y por ti.
Víctor M. Morillo