LA LAPIDA

 

 

Todas estas miles de palabras, ocultas tras la tinta,

Y refugiadas en el caluroso papel por el tacto de mis dedos,

Son verídicas, como la vida misma.

 

Todo empezó, en aquella noche de lluvia y viento,

Don de la oscuridad dormía en silencio,

Y la luna lloraba al ver mis manos llenas de sangre,

Que robe a mi padre adoptivo por maltratar a mi madre.

Enterré  el cuerpo sin vida,

Para no volver a ver el rostro de mí presa,

Corrí desmesurado por las calles desiertas,

Atroz asesinato, que cometí por tratarse de un malvado.

Los cuervos me saludaban al paso del cementerio,

Allí me detuve sofocado por la huida de mi propia alma hundida.

La soledad mandaba en el reino de los muertos,

Descansan como mi padre muerto,

Son victimas de la vida, la mayoría asesinos violadores,

Un campo santo endemoniado, donde descansan los malvados.

 

Descansé toda la noche, sobre una lapida que no pude leer,

La oscuridad me lo impedía, pero no me importaba si no lo leía.

 

La primera claridad de la mañana,

Acompañada del cantar de los pájaros

Me sobresaltó asustado de mi vil asesinato,

Mis manos temblorosas limpiaba la lápida,

Al fin pude y quise leer, la lápida que de almohada me sirvió,

En una noche de espanto y dolor.

 

Enloquecí, al leer lo que descansaba allí,

La descripción rasgó mi corazón:

 

Aquí yace el cuerpo de J.M.S ¨  mi padre ¨ fue conducido a la horca por asesinar a su hijo V.M.P ¨ YO ¨

 

 

Víctor M. Morillo

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