Veneno

 

 

 

          Me he levantado con ganas de vomitar, hoy mi vida quizás haya cambiado, mi alma no encuentra descanso. Sumergido en una resaca voraz me encuentro, confuso de mi propia vida, perdido en mi interior. Mis venas son ríos de alcohol, que galopa velozmente encontrando la salida, la forma de liberarme de mi propia pesadilla.

    Mi esfuerzo por comer no atenido éxito, él vomito arrojado sobre mi lecho horas atrás, me ha revuelto él estomago, y ahora, mi cabeza golpea las puertas del infierno.

    Anoche, tuve que beber demasiado, busco en mi mente la cantidad exacta de alcohol tomado, solo recuerdo hasta la tercera copa, las demás, tuvieron que venir excesivamente, penetrante en mi garganta reseca.

    Las cajetillas de tabaco, se agotaban apresuradamente, mis copas y mis cigarrillos, únicos aliados en una noche fría, así es como la denomino, aunque también puedo añadir, noche de alcohol.

    Me encuentro solo, abatido, hundido en un silencio tenebroso.

    Mi cuerpo esta helado, y me encuentro mareado; no vuelvo a beber más, la resaca me va a matar.

   

    Son las 10:15 de la noche, mi cuerpo sigue sin  fuerza, decidí, tumbarme en la cama, de este modo, quizás, se disipe el mareo, que consigue mover todos los muebles de mi estancia. 

    Por momentos creí estar soñando, frente a mí, observé como lentamente un insecto desagradable, se desplazaba pausadamente desde mis pies hasta mi cara por las sabanas. Quedé inmóvil, casi sin aliento, mis músculos quedaron paralizados y mi voz, muda. Al estar el vil insecto mas cerca de mi cara, pude ver que sé trataba de una Mantis Religiosa, que repugnante bicho para mi persona, ¡¡Qué asco!! Desde muy joven siempre havia sentido miedo. . . terror, hacia ese insecto, y ahora estaba allí, frente a mí, mirándome fijamente, con esa mirada desgarradora y tenebrosa.

    Pude averiguar a través del contestador de mi teléfono, tras recibir una llamada de mi amigo, que me acompañó la noche de mis copas de alcohol, que aquella noche bebí tres copas solamente, pensé que no era suficiente como para que al día siguiente me regalara aquella resaca, era extraño, mi dolor de cabeza constante, el sudor frío, los vómitos repentinos, ¿Qué pesadilla me aguardaba? 

 

    Aquí sigo, tumbado en mi lecho, han pasado dos meses, mis dolores de cabezas son cada vez más intensos, y mis sudores, mas fríos y abundantes, ¿Qué me esta ocurriendo? Durante dos largos meses, he permanecido paralizado en mi cama, como un vegetal, no puedo mover las piernas ni los brazos, no puedo gritar ni llamas por teléfono para que me ayuden.  Ayer escuché el timbre de la puerta, y pude escuchar los pasos de algunas personas como se alejaban a lo lejos, desistiendo en su llamada. No puedo hablar, gritar, reír, llorar, tan solo escuchar y sentir el dolor de mi corazón envejeciendo poco a poco. El hambre se apodera de mí. La única compañía, la de aquel bicho repugnante, que no deja de mirarme con sus ojos de asesino, frente a mí, acariciándome la cara con sus pinzas punzantes, moviendo la cabeza lentamente para los lados. Creo que me tiene atrapado con su poder malévolo, y agonizo lentamente por su veneno, que desde aquel día de mis copas, y cuando volvía a casa me inyectó su primera dosis, que me ha mantenido hasta hoy en muerte.   

 

  

 

 

 

 

 

 

 

                                                                       Víctor M. Morillo

 

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