NO SOY NADA

 

 

 

 

 

 

 

En una noche de frío,

Donde reinaba el silencio,

Mi vida era un verso

Y mi alma solitaria,

Un paseante llamo a mi puerta,

Con toques sutiles.

Meses y meses sin que nadie. . .

. . . nadie, llamase a mi puerta.

Me levante de mi sillón,

No se si con una ilusión

O de lo contrario con temor.

Deslice el cerrojo,

Mi corazón acompaño

Con sus acelerados latidos

Al sonido estridente

Del cerrojo oxidado.

Abrí la puerta lentamente

Con sorpresa no vi a nadie. . .

Cerré, marche al sillón.

Al sentarme, volvió a sonar

Los golpes en mi puerta,

Nadie. . . no había nadie.

¿Qué locura se apoderaría de mí?

¿Quién se burla?

¡No hay nadie!

Al cerrar la puerta

Siguen llamando persistentemente,

Abro ¡no hay nadie!

¿Qué broma es esta?

Una voz se escucho:

- NO SOY NADA

El nerviosismo se apodero de mí

Mi corazón sucumbió

Al instante recobre fuerza para decir:

- ¿Quién sois? ¡No os veo!

La voz de nuevo dijo:

- NO SOY NADA

- ¿Sois un fantasma?

Pregunté inocentemente,

El no respondió,

Al rato volvió a decir:

- NO SOY NADA

-¿Nada? – pregunté.

La voz quedo muda

Mi corazón triste, mi alma solitaria.

No volví a escuchar nada,

Mi pena se apodero de mi persona,

Mi corazón delicado,

Ahora sucumbió,

Me llevo a  mi cama,

Me muero, mi vida se apaga.

Por la tristeza y la soledad.

Una noche silenciosa,

Escuche la voz por última vez:

- NO SOY NADA, PERO AHORA ME VERAS. . . DUERME. 

 

 

 

 

 

 

 

                                                              Víctor M. Morillo

 

 

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